Una gran obra literaria sobre el poder de la narración para combatir el dolor de la pérdida.
Este hermoso libro aborda un tema esencial de la experiencia humana: la relación de los vivos con los muertos. En él una rabina, una de las primeras mujeres en ejercer como tal en Francia, relata con gran delicadeza y sabiduría sus experiencias cara a cara con la pérdida. Como afirma Horvilleur, ser rabino es vivir con la muerte: la de los demás, la de uno mismo. Pero sobre todo, se trata de transmutar esta muerte en una lección de vida para los que quedan: «Estoy al lado de mujeres y hombres que, en momentos cruciales de sus vidas, necesitan un relato». El tapiz de este tratado de consolación entreteje tres hilos: el relato, la exégesis y la confesión. La narración de una vida interrumpida, la forma de dar sentido a esta muerte a través de los textos de la tradición judía y la evocación de una herida íntima o el recuerdo de un episodio autobiográfico oculto. Los textos sagrados y las tradiciones abren un camino entre los vivos y los muertos: «El papel de un narrador es quedarse en la puerta para asegurarse de que permanece abierta». Y permitirnos así que podamos hacer las paces con nuestros fantasmas.
Una gran obra literaria sobre el poder de la narración para combatir el dolor de la pérdida.
Este hermoso libro aborda un tema esencial de la experiencia humana: la relación de los vivos con los muertos. En él una rabina, una de las primeras mujeres en ejercer como tal en Francia, relata con gran delicadeza y sabiduría sus experiencias cara a cara con la pérdida. Como afirma Horvilleur, ser rabino es vivir con la muerte: la de los demás, la de uno mismo. Pero sobre todo, se trata de transmutar esta muerte en una lección de vida para los que quedan: «Estoy al lado de mujeres y hombres que, en momentos cruciales de sus vidas, necesitan un relato». El tapiz de este tratado de consolación entreteje tres hilos: el relato, la exégesis y la confesión. La narración de una vida interrumpida, la forma de dar sentido a esta muerte a través de los textos de la tradición judía y la evocación de una herida íntima o el recuerdo de un episodio autobiográfico oculto. Los textos sagrados y las tradiciones abren un camino entre los vivos y los muertos: «El papel de un narrador es quedarse en la puerta para asegurarse de que permanece abierta». Y permitirnos así que podamos hacer las paces con nuestros fantasmas.