Luna Hatton tiene veinte años y vive en un pueblucho de Australia.
Su vida parece normal, incluso aburrida: trabaja en una cafetería, toca la batería en un grupo. No es nadie importante. Aun así, Luna tiene un secreto que la persigue desde que era una niña: es capaz de ver el color del alma de las personas. Casi todas son grises. El gris es el color que cubre el mundo, y eso siempre ha sido así. Sin embargo, Luna conoce a una chica del pueblo, alguien a quien se ha sentido atada desde que tiene memoria, y ella es la única que le hace pensar que quizás existen las almas blancas: Gaia Wheeler.
A pesar de que Luna nunca ha compartido su secreto con nadie, un día recibe una oferta de una empresa que parece saberlo todo sobre ella. A simple vista, son solo unos locos dispuestos a pagarle dinero por algo que ella considera intuición.
Lo que Luna todavía desconoce es la gran amenaza que se cierne sobre la Tierra y el significado del número ciento setenta y cuatro.
Luna Hatton tiene veinte años y vive en un pueblucho de Australia.
Su vida parece normal, incluso aburrida: trabaja en una cafetería, toca la batería en un grupo. No es nadie importante. Aun así, Luna tiene un secreto que la persigue desde que era una niña: es capaz de ver el color del alma de las personas. Casi todas son grises. El gris es el color que cubre el mundo, y eso siempre ha sido así. Sin embargo, Luna conoce a una chica del pueblo, alguien a quien se ha sentido atada desde que tiene memoria, y ella es la única que le hace pensar que quizás existen las almas blancas: Gaia Wheeler.
A pesar de que Luna nunca ha compartido su secreto con nadie, un día recibe una oferta de una empresa que parece saberlo todo sobre ella. A simple vista, son solo unos locos dispuestos a pagarle dinero por algo que ella considera intuición.
Lo que Luna todavía desconoce es la gran amenaza que se cierne sobre la Tierra y el significado del número ciento setenta y cuatro.