Borges fue siempre el otro Borges desdoblado en otro Borges, hasta el infinito. A través de variaciones prodigiosas y de repeticiones obsesivas, exploro sin cesar ese tema único: el hombre perdido en el laberinto de un tiempo hecho de cambios que son repeticiones, el hombre que se desvanece al contemplarse ante el espejo de la eternidad sin facciones. Las obras del hombre y el hombre mismo no son sino configuraciones del tiempo evanescente... Era necesario que un gran poeta nos recordase que somos, juntamente, al arquero, la flecha y el blanco.
Borges fue siempre el otro Borges desdoblado en otro Borges, hasta el infinito. A través de variaciones prodigiosas y de repeticiones obsesivas, exploro sin cesar ese tema único: el hombre perdido en el laberinto de un tiempo hecho de cambios que son repeticiones, el hombre que se desvanece al contemplarse ante el espejo de la eternidad sin facciones. Las obras del hombre y el hombre mismo no son sino configuraciones del tiempo evanescente... Era necesario que un gran poeta nos recordase que somos, juntamente, al arquero, la flecha y el blanco.