Leer a Magali García Ramis es siempre una experiencia grata y refrescante. Pero a través de las páginas de La Ciudad que me habita tenemos ocasión de gozar de la doble vocación de periodista y narradora de esta joven escritora. La mayoría de las crónicas que componen este volumen contienen una buena dosis de crítica social, crítica que sale a flote del delicioso humorismo que la acompaña. Los lectores podrán hacerse eco de esta forma de denuncia que se basa en temas cotidianos como las peripecias de un viaje en guagua [autobus], o los criterios que utiliza una pareja al seleccionar un nombre para su primogénita.
Los hermosos dibujos de María Antonia Ordóñez, también de corte humorístico, complementan y completan esta nueva aportación a las letras puertorriqueñas.
(Citado directamente de la contraportada del libro)
Leer a Magali García Ramis es siempre una experiencia grata y refrescante. Pero a través de las páginas de La Ciudad que me habita tenemos ocasión de gozar de la doble vocación de periodista y narradora de esta joven escritora. La mayoría de las crónicas que componen este volumen contienen una buena dosis de crítica social, crítica que sale a flote del delicioso humorismo que la acompaña. Los lectores podrán hacerse eco de esta forma de denuncia que se basa en temas cotidianos como las peripecias de un viaje en guagua [autobus], o los criterios que utiliza una pareja al seleccionar un nombre para su primogénita.
Los hermosos dibujos de María Antonia Ordóñez, también de corte humorístico, complementan y completan esta nueva aportación a las letras puertorriqueñas.
(Citado directamente de la contraportada del libro)